A Moisés le fue necesario aprender que Dios obra incluso cuando se halla en silencio, o cuando no podemos detectar sus movimientos. Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre y clamaron: «y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre» (Éxodo 2:23). Dios comenzó a obrar durante el transcurso de muchos días: i14.600 para ser precisos! Fueron necesarios 40 años, pero Dios empezó a responder a la oración de su pueblo. Leemos: «Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció Dios» (Éxodo 1:24-25). Tres verbos describen lo que Dios hacía mientras Moisés esperaba en el desierto:
1- Dios oyó el gemido de su pueblo
Después de todo no era sordo, ni es sordo. Dios siempre escucha. Aunque no respondió inmediatamente al llanto de ellos, los estaba escuchando. Dios actúa a Su tiempo.
2- Dios también recordó su pacto.
Aunque es posible que olvidemos nuestras promesas o incluso no cumplamos las que recordemos, Dios nunca descuida sus compromisos. Para Él, el tiempo no borra los detalles; todo está fresco en su memoria. Recuerda el tiempo de hace 1000 años con la misma claridad con que recuerda el de ayer.
Una de las razones por las cuales podemos olvidar las injusticias que han cometido contra nosotros es porque Dios las recuerda; siendo el juez no tiene sentido que nosotros también las recordemos. Moisés estaba aprendiendo que aunque el transcurso de la vida es lento y Dios estaba en silencio, Él organiza los acontecimientos según Su calendario.
3- Dios vio la necesidad de su pueblo.
Sintió su dolor. Sus caminos no le eran ocultos, aunque la liberación tomaría tiempo. Para ese entonces, Moisés tenía que aprender a confiar en Dios aunque pareciera indiferente a las necesidades de su pueblo.
Claro está, que es fácil confiar en Dios cuando la zarza arde, las aguas se separan y las montañas tiemblan, lo desalentador son esos años de silencio. Pero dichoso aquel que no interpreta el silencio de Dios como indiferencia.
Sí, es cierto, que es muy fácil hablar de fe cuando uno tiene salud y el jefe acaba de ascenderlo. Cuando uno se siente feliz en el trabajo y los hijos siguen en el camino del Señor, en esos momentos la confianza viene con facilidad. Pero la confianza significa más para Dios cuando uno ha sido malinterpretado, se encuentra en un trabajo que no es acorde con sus capacidades o la educación, recibe cuentas por servicios médicos o tiene un cónyuge difícil. Es en el desierto y no en el palacio donde Dios encuentra la profundidad de nuestro sometimiento. Nuestra fe es preciosa a sus ojos cuando Él permanece en silencio y no solo cuando habla. Moisés estaba aprendiendo entonces, que podemos acercarnos a Dios aunque Él esté en silencio. Recordemos que la fe en Él abre la puerta a Su presencia.