La influencia de padres a hijos

Generalmente no somos consientes de que influenciamos a nuestros hijos. Y eso puede ser negativo o positivo… en esta charla descubrirás junto con el pr Juan Barrera lo grandioso de ser padres.

¿Cómo es nuestra influencia a nuestros hijos?

En este taller para padres el pr. Juan Barrera nos expone: Lo grandioso de ser padres

La verdad es que antes de que nuestros hijos nazcan, el milagro de la vida tremendo hay una pelea por la vida. Desde el momento mismo de la concepción y como eso es casi un anuncio de lo que va a venir.

Nosotros siempre influenciamos a nuestros hijos

  1. Todos influimos, queramos o no:
    • Los padres tienen un poder natural para influir en la conducta y pensamiento de sus hijos.
    • Nadie es neutro: influimos siempre, incluso con silencios, gestos o actitudes.
  2. La influencia comienza desde antes del nacimiento:
    • Los hijos reconocen voces y gestos desde muy temprana edad.
    • Desde entonces, absorben la influencia del entorno.
  3. Los valores son esenciales y se aprenden en la infancia:
    • Los valores son filtros morales para interpretar la realidad.
    • Se adquieren en el hogar, la escuela y con la madurez se pueden modificar o agregar nuevos.
  4. Todos tienen valores, incluso si no son explícitos:
    • Hay valores implícitos que los hijos comprenden, aunque no se les digan directamente (ej. que robar está mal).
    • La escala de valores puede ser natural, familiar o bíblica.
  5. Los cristianos suman valores bíblicos a los heredados:
    • Los creyentes añaden los valores enseñados por Cristo y la Biblia.
    • El modelo de valores cristianos es Jesús y su carácter, especialmente el fruto del Espíritu (Gálatas 5): amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio.
  6. La coherencia es clave en la formación valórica:
    • Los hijos valoran más el ejemplo que el discurso.
    • La incoherencia entre lo que se dice y se vive provoca enojo y rechazo.
    • Ser coherente es actuar en consecuencia con los valores que se profesan.
  7. La coherencia se cultiva en lo cotidiano:
    • Los hijos observan la forma en que los padres se comportan en distintos contextos (iglesia, casa, sociedad).
    • La crítica constante, el sarcasmo o la dureza excesiva también forman (malos) valores.
  8. Ser coherente no es ser rígido en todo:
    • Se debe ser flexible en formas y firme en lo esencial.
    • Hay momentos para proteger con firmeza y otros para ceder con prudencia.
  9. La influencia más poderosa es el testimonio personal:
    • La oración, la lectura bíblica, la sinceridad, la humildad y la perseverancia en la fe son formas poderosas de transmitir valores duraderos.
    • No basta con llevar a los hijos a la iglesia: deben internalizar los valores por convicción, no por imposición.

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