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24 diciembre 2017 Dios nos ha visitado Hay pasajes bíblicos que destacan por su profundidad y por su belleza. Este es uno de ellos. Imaginemos la escena. Un niño nace en Israel, hijo de la llamada estéril y de su ya viejo y arrugado padre. En medio de las montañas escondidas de Judea. El anciano, tembloroso y encorvado. Con profundos ojos negros, con exultante alegría y con el niño en sus brazos, comienza, en presencia de todos sus amigos a decir algo. Y todos reunidos en torno a él escuchan atento sus palabras. Esperan que diga algo lindo del bebé al que han llamado Juan. Pero el anciano con los ojos llenos de lágrimas comienza a relatar un futuro próximo y lleno de humildad olvida a su propio hijo por un instante. Comienza a hablar acerca de otro niño que está por nacer. Del que el suyo solo será un precursor, un precioso antecesor.

Lucas 1:67-79 el pasaje citado nos muestra que Zacarías usa dos veces la palabra misericordia y dos veces la palabra visitar. Dios visitaría a su pueblo y a través de él al mundo entero. Dios, por una decisión basada en su “entrañable misericordia” visita al hombre y lo hace de una manera nunca vista en la historia. La Aurora Eterna, el Dios Todopoderoso, comienza a brillar en medio de la oscuridad de un cuerpo humano, débil y dependiente. Brilla a través de la pobreza y de la santidad de sus padres humanos pero trasciende de esto y nos revela toda la gloria del Eterno y Santísimo Dios e ilumina a los que habitamos en oscuridad y sombra de muerte. Dios nos ha visitado en Jesús y elige hacerlo de manera humilde, aunque esta visitación es celebrada por las huestes celestes.

Dios nos ha visitado, visita al hombre. Y esta luz trae un conocimiento existente pero imperfecto en nosotros. En medio de la oscuridad y el dolor de la muerte, el hombre se da cuenta que está incompleto. Se siente huérfano, llora sin encontrar consuelo. Mira al cielo buscando en las estrellas alguna respuesta. O se mira profundamente y vuelca en palabras, en notas musicales y en telas multicolores su soledad y su orfandad. Pero nada lo satisface. Entonces se crea dioses, se rinde a ellos y los adora, pero las tinieblas permanecen. Así que Dios, testigo triste y silente de la escena toma la decisión de visitar a este hombre y mostrarle la luz. La luz de la salvación, de lo santo, de lo infinito, de lo eterno, “para encaminar nuestros pies por camino de paz” y es así que las tinieblas desaparecen y el dolor de la soledad y la perdición dan lugar a la alegría y la paz y la orfandad desaparece para siempre ¡Dios nos ha visitado! ¡Dios nos ha visitado!

¡Adoramos a Jesús el bendito de los siglos!

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Autor: Juan E. Barrera M.
Imagen: Película Natividad

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