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El mensaje del libro de Hebreos es que Jesucristo, el Hijo de Dios, no vino solamente a ajustarse al sistema terrenal del ministerio sacerdotal como el mejor y único sacerdote humano, sino que vino a cumplir y a darle fin a este sistema, y a dirigir toda nuestra atención hacia Él mismo ministrando por nosotros en el Calvario como nuestro sacrificio supremo y luego en el cielo como nuestro sacerdote supremo.

El tabernáculo, los sacerdotes y los sacrificios del Antiguo Testamento fueron sombras. Ahora que la realidad ha venido, las sombras se disipan.

Aquí encontramos una ilustración del Adviento para los niños —y para los que fuimos niños una vez y recordamos cómo era. Supongamos que un niño pierde a su madre en un mercado, comienza a asustarse y a entrar en pánico; sin saber adónde ir, corre hasta el final de uno de los pasillos, y justo antes de empezar a llorar, ve una sombra en el suelo al final del pasillo que es exactamente igual que la de su madre.
Esto lo hace sentir realmente feliz y esperanzado. Pero ¿cuál es mejor: la felicidad de ver la sombra o ver que su madre aparece por el otro lado y que es ella de verdad?

Lo mismo sucede cuando Jesús pasa a ser nuestro Sumo Sacerdote. En eso consiste la Navidad. La Navidad es el reemplazo de las sombras con lo real: la mamá que da la vuelta a la esquina del pasillo y todo el alivio y el gozo que eso da al pequeño niño.

Ahora bien, el punto principal de lo que se ha dicho es este:
tenemos tal Sumo Sacerdote, que se ha sentado a la diestra del
trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario
y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre.
— Hebreos 8:1-2

La Navidad es el reemplazo de las sombras con lo real

Fuente: Citas Bíblicas Biblia de Las Américas y Reina Valera 1960. | "Buenas nuevas de gran gozo" 25 días de Adviento de John Piper

Reemplazando las sombras

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