¿Cuántas veces te has encontrado en una situación en que sientes atado de manos? ¿Un problema en el cual reconoces que no tienes el control ni el poder para salir? No tienes dinero para pagar una deuda. Estás en un relación que no te hace feliz o pierdes tu trabajo, etc. ¿Cuál es tu respuesta con aquella persona que intercede por ti para salir del agujero? ¿Cómo respondes a quien te da una pequeña luz en medio de la dificultad? La opresión y la falta de control son reales en nuestra vida. Nunca tenemos absoluta paz y tranquilidad, somos esclavos de adicciones, emociones, ideologías y relaciones que nos gobiernan.
Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo. Y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David su siervo. – Lucas 1: 68-69
Zacarías en esta profecía retrata muy bien la situación del pueblo de Israel. Un pueblo esclavo y oprimido. Pero no solo de su situación política como nación sometida por el Imperio romano. Sino de su incredulidad y falta de lealtad con el Dios que les formó como nación. Aquel que les dió una promesa a través de Abraham y que les libró tantas veces del asedio de sus enemigos, una nación en oscuridad.
Bendito es el Señor, es una exclamación de agradecimiento para aquel que nos vino a liberar. Aquel que paga la fianza y nos devuelve la libertad. Es la expresión que nace de lo más profundo de nuestro corazón y que nos devuelve la esperanza y el gozo. Nos vuelve a posicionar y estabilizar. ¿Cuál sería tu respuesta entonces a la persona que te ayuda a salir del problema? Seguramente sería «Muchísimas gracias» o «No tengo palabras para agradecer». Quizás «Un millón de gracias», etc. Ahora, ¿Cuál será tu respuesta para aquel que te otorga entonces la respuesta a todos los problemas que puedan venir a tu vida? ¿Aquel que te ofrece una salvación eterna? Bendito sería la mejor opción. Jesús es la moneda con la que Dios paga por nuestro rescate.
Dios Padre permitió que su Hijo se encarnara en la persona de Jesucristo. Para que a través de su sacrificio y muerte en una cruz pudiéramos ser libres de la opresión del pecado. Bendito es Dios que cumple su promesa de enviar a un Salvador. Bendito es su Hijo Jesucristo quien ofrece su vida para que podamos ser libres de nuestra condena.
Bendito es Dios que cumple su promesa
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Autor: Danilo Venegas
Imagen: John-Mark Smith – Pexels
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