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14 diciembre 2017 ¿Qué valor tiene la palabra empeñada? Generalmente, el ser humano tiene la tendencia a hacer promesas para intentar convencer a otro de que una tarea será llevada a cabo, o que cierta actitud o acción dañina no volverá a repetirse. Lamentablemente, el registro del hombre con respecto al cumplimiento de la palabra empeñada es bastante pobre. Los políticos hacen promesas en campaña que no cumplen o no pueden cumplir, vendedores prometen maravillas que sus productos no logran alcanzar, universidades prometen éxito material y laboral en un mercado saturado de profesionales, y las religiones de una u otra manera prometen bienestar a través de realizar ciertas obras o ritos.

Hace casi unos dos mil años, el sacerdote judío Zacarías (Padre de Juan el Bautista), en oración a Dios dijo:
“Bendito el Señor Dios de Israel,
Que ha visitado y redimido a su pueblo,
Y nos levantó un poderoso Salvador
En la casa de David su siervo,
Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;
Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;
Para hacer misericordia con nuestros padres,
Y acordarse de su santo pacto;
Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre,
Que nos había de conceder”
– Lucas 1:68-73

En esta oración, Zacarías comienza por medio de decir que Dios es “Bendito”, es decir, lo alaba y al mismo tiempo es una muestra de gratitud a Dios. Y al avanzar la oración vemos que le agradece a Dios por acordarse del juramento (o promesa) que había hecho a Abraham en Génesis 12:3 “… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Esta promesa había sido dada alrededor de 1.800 años antes de Cristo. Muchos tal vez ya habían perdido la esperanza de que se cumpliera lo prometido. Pero pensemos un momento en lo siguiente: ¿cómo está nuestro registro de cumplimiento de promesas? ¿Podríamos nosotros decir que siempre hemos cumplido todo lo que hemos prometido? ¿Tenemos un registro perfecto? Tristemente, nuestro desolador registro de promesas rotas dice todo lo contrario. Pero, ¿Qué hay de Dios? ¿Cómo está Su registro de promesas hechas? La Biblia dice en Tito 1.2-3: “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos…”.

Dios en la Biblia ha hecho muchas promesas, algunas grandes y otras pequeñas. Pero su promesa más importante y con consecuencias eternas fue la promesa a Abraham, que a través de su descendencia serían benditas todas las naciones de la tierra. “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.” (Gálatas 3:16). Zacarías bendijo a Dios por cumplir Su promesa de proveer un Salvador por nuestros pecados. Y en tu caso, ¿qué te detiene de ponerte de rodillas y alabar a Dios por Su promesa cumplida?

“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”

– Romanos 10:13

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Autor: Jorge Flores
Imagen: John-Mark Smith – Pexels

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