Lucas 1.68-79
Esta oración de Zacarías es conocida como “Benedictus” por su expresión en latín, bendito, en español. Oración que tiene un carácter profético. En primer lugar por ser una “recopilación” (guiada por el Espíritu de Dios) de expresiones proféticas del antiguo testamento. En segundo lugar por ser el anuncio de lo que estaba a punto de suceder en la vida de dos niños, Jesús y su propio hijo Juan. Sobre su hijo, Juan, él anuncia que es el cumplimiento profético para que fuese él quien anunciara y preparara la llegada del Mesías prometido. ¡Tan anhelado por el pueblo de Israel! Iría delante de la presencia de Dios (Jesús). Preparando su camino, promulgando salvación, anunciando perdón. En la visita personal de Dios en su hijo Jesucristo.
Zacarías expresa que están viviendo en el tiempo preciso de la visitación divina con el fin específico de redención a través de la llegada de un Salvador. Que venía en cumplimiento de la promesa divina por medio de las abundantes palabras proféticas. Jesucristo, quien en sí mismo se convierte en la expresión de la misericordia de Dios hacia la humanidad perdida, siendo él mismo, el cumplimiento del pacto de Dios con su pueblo. Quien a futuro, sería el libertador de su pueblo de sus enemigos.
Esta liberación (del pecado en primera instancia). Esta salvación por su persona tiene como fin que le sirvamos sin temor, en santidad y justicia. El Bendito de Dios, nacido en un pesebre para transformarse en nuestro Salvador, Redentor y Señor. Así Él espera nuestro justo, santo y reverente servicio para darlo a conocer a todo aquel que vive en tinieblas y mora en oscuridad.
El bendito “Príncipe de Paz” desea iluminar nuestras tinieblas. Para guiar nuestros pies por un camino de paz (gr. Eirene), de tranquilidad, reposo y quietud. Nace la pregunta: ¿Conoces al “Bendito de Dios”? ¿Al “Príncipe de paz”? ¿Le has invitado a ser tu Señor, Salvador y Redentor? ¿Has dejado que ilumine tus tinieblas e inunde tu vida con su paz infinita?… En esta Navidad puedes invitar a Jesús a nacer en tu corazón. Confiésale tu pecado y necesidad. Deja que su perdón te purifique, hazlo tu Señor y comienza a disfrutar de vivir en Su paz y decide comenzar a servirle con amor y reverencia en santidad.
¿Conoces al “Bendito de Dios”?
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Autor: Fabián Cinatti
Imagen: Suzy-O-Photography
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